"Juan de Godoy de los Cameros Fenoy y Bartolomé Esteban Murillo"
Extracto recogido en:
GUTIÉRREZ NÚÑEZ, Francisco Javier;
SÁNCHEZ RAMOS, Valeriano; GAONA VILLEGAS, Joaquín:
“El alpujarreño Juan de Godoy de los Cameros Fenoy: Hidalgo, “buscavidas” y pintor (1648-1716)”, en Farua nº 20,
(Centro Virgitano de Estudios Históricos, 2017), pp. 201-224.
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(1).- JUAN DE GODOY
Bautizado el 13 de agosto de 1648 en Fuente Victoria (Almería), aunque su infancia y adolescencia la pasó en la cercana localidad de Fondón (Almería). A la muerte de su padre en 1669, con escasos 21 años, se convierte en cabeza visible de su linaje. Los avatares concretos que siguió su familia terminaron por forjarle posiblemente una biografía muy distinta a lo que estaba trazado para él.
El hecho de contar con cierto status socio-económico en la comarca alpujarreña, le permitiría durante su juventud dedicarse a estudiar pintura. Su formación y aprendizaje artístico se realizó en el taller de Pedro de Moya (Granada, 1610-1674), un enigmático pintor granadino. (Nota 1).-
En la partición de bienes realizada a la muerte de su padre, se recoge el pago de varias cantidades: 4.400 reales al citado pintor y 2.200 reales al propio Juan por su estancia granadina. Además, recibió una cruz de oro valorada en 150 reales y un retrato de su padre, tasado en 100 reales .
Juan de Godoy, tras su etapa de formación artística en la ciudad de la Alhambra, estuvo ayudando a su progenitor en sus numerosos asuntos y negocios en su localidad natal.
Posiblemente fue la coyuntura económica lo que motivó que emigrara a la gran urbe que era la Sevilla finisecular del siglo XVII, que aunque venida a menos, bajo el reinado de Carlos II aún mantenía una importante actividad mercantil. Emigraría con la creencia que allí encontraría más posibilidades de negocio e incluso tener una clientela fija que le permitiera vivir de su oficio artístico.
Sea como fuere, lo cierto es que, sólo o en compañía de sus dos hermanas, nuestro protagonista marchó a Sevilla en la década de los setenta. En la capital hispalense, Juan contrajo matrimonio al menos en 2 ocasiones, pero no tuvo descendencia de ninguno. Fue vecino en distintos barrios o colaciones, y nunca se afincó de forma definitiva en uno de ellos, posiblemente porque siempre vivió en arrendamiento y no contó con casa en propiedad: San Juan de la Palma (1674), San Román (1684), Santiago el Viejo (1686) y San Vicente (1716).
(2).- SU FACETA ARTÍSTICA
En el mundo artístico de la Sevilla finisecular, los pintores y doradores localizaron sus talleres y viviendas en distintas colaciones, como Omnium Sanctorum y San Juan de la Palma, en los extremos de la calle Feria, principal centro de distribución de mercancías artísticas de la época. Otras dos colaciones preferidas por este gremio fueron las de San Martín y San Andrés, parroquia donde los pintores contaban con propia capilla y hermandad, dedicada a San Lucas . Recordemos que el primer matrimonio de Juan de Godoy se celebró en San Juan de la Palma, y quizás en este sector de Sevilla pudo asentar su primera residencia como casado.
Godoy tuvo que conocer a pintores de la talla de Sebastián de Llanos y Valdés (¿1605?-1677); a la saga de los Valdés Leal -Juan (1622-1690) y su hijo Lucas (1661-1725)-; a Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682); así como a sus seguidores más importantes, como Juan Simón Gutiérrez (1634-1718), Francisco Meneses Osorio (¿1640?-1721) y Alonso Miguel de Tovar (1678-1758). Tal vez también a una nueva figura emergente en su etapa de aprendizaje, como Domingo Martínez (1688-1749) e incluso coincidió en Sevilla capital con otro pintor almeriense, Germán Lorente, natural de Serón; cuyo hijo Bernardo Luis Lorente Germán (1680-1759), sería un pintor de reconocido prestigio en la Sevilla dieciochesca.
Sevilla sería el lugar donde Godoy tuvo que desarrollar la mayor parte de su obra, aunque a día de hoy tan sólo se conoce de su mano una serie hagiográfica de 17 lienzos de gran formato sobre la vida de san Pedro Nolasco, que pintó para uno de los claustros del desaparecido Convento de San Laureano de Sevilla, más otros 23 lienzos menores, para el mismo convento.
(3).- SU RELACIÓN CON BARTOLOMÉ ESTEBAN MURILLO
Juan de Godoy contactó con Bartolomé Esteban Murillo, bien fuera gracias a la mediación de su maestro Pedro de Moya, o bien por sí solo (Nota 2). Aunque no tenemos constancia documental que tuvieran contactos artísticos, posiblemente Godoy frecuentara el taller del maestro sevillano.
Esta relación profesional explicaría que Murillo le terminara arrendando una casa de su propiedad en la colación de la Magdalena. El arrendamiento se escrituró el 12 de julio de 1679, estableciéndose el plazo de un año, por valor de 100 reales al mes (1.200 reales anuales). (Nota 3).
El padre de Murillo, contó con un posición económica solvente, en un documento de 1607, se dice de él que era “un hombre rico y ahorrador como era notorio”. (Nota 4)
Esa solvencia residía en la toma de casas pagando un arrendamiento anual a su propietario y el compromiso de costear su mantenimiento; de tal forma que, a posteriori, las subarrendaba, garantizándose así un beneficio como mediador y, por tanto, una fuente fija de ingresos. En 1600 tomó en arrendamiento una casa propiedad del convento de San Pablo, junto a la puerta y compás del mismo. En 1607 tomó otra casa en arrendamiento propiedad de la parroquia de la Magdalena, en la calle que iban del convento de San Pablo al de la Merced, es decir en la calle Dormitorios (hoy Bailén).
Por último en enero de 1612 otras 3 casas propiedad del citado convento que estaban en la plazuela y calle de San Pablo a cambio del pago de 20 mil maravedíes anuales (558 reales), consistente en una principal y dos accesorias, con la condición que fuera por dos vidas la suya y la de su heredero.
La historiografía (S. Montoto, D. Angulo y D. Kinkead), da por hecho que las rentas de todas ellas fueron a parar como herencia de Bartolomé Murillo.
Lo cierto es que no está acreditada tal situación para las casas de 1600 y de 1607, aunque sí para las 3 casas tomadas en 1612, pues Gaspar Esteban nombraría en el beneficio de la segunda vida de ellas a su hijo Bartolomé. Gracias a la información de subarriendos identificamos que se trata de las citadas viviendas tomadas en 1613 por Gaspar Esteban.
Por tanto el joven Bartolomé Murillo heredó de su padre una forma de lograr una vía de ingresos, para complementar su economía familiar.
Murillo por las aludidas 3 casas pagaba 558 reales anuales al convento dominico, pero aún así, gracias a sus subarriendos lograba un pequeño margen de beneficio. Aunque a corto y medio plazo fueron ingresos rentables, a la larga se convirtieron en un problema. Con el paso de los años las casas pasaron a un estado ruinoso, por falta de mantenimiento de los subarrendadores.
Derivado de esto, el 23 de enero de 1668, ante el escribano Ambrosio Díez, el pintor hizo dejación de las 3 casas en su propietario, el convento dominico de San Pablo. La razón que esgrimía Murillo era porque “dichas casas están con mucha necesidad de reparos y condenadas por los alarifes visitadores de posesiones de esta dicha ciudad y no poder yo al presente acudir a hacer los dichos reparos”. La comunidad dominica aceptó a cambio que Murillo pagara su arrendamiento hasta final de diciembre de 1667 y un suplemento de 400 reales para las reparaciones. (Nota 5).-
A los pocos años, Bartolomé Murillo diseña una nueva inversión inmobiliaria en una zona de Sevilla que conoce bien, la Magdalena, siendo ya su hija Francisca María monja profesa del convento de Madre de Dios. La idea era dejarle una pensión vitalicia anual, para cuando él falleciera.
El 18 de agosto de 1671, toma en arrendamiento una casa propiedad de Luis Fernández Luna, situadas en la collación de Santa María Magdalena, “en la calle que va de la plaza de la dicha Iglesia a la de San Pablo”, a cambio de una renta anual de 17.500 maravedíes, es decir casi 515 reales. Debían de estar situadas en la confluencia de la actual calle Murillo con las calles de Bailén y San Pablo.
La condición era tomara por tres vidas, siendo nombrada en una de ellas a su hija Francisca. La renta anual de la casa oscilaría entre los 1056 reales (96 ducados) y los 1200 (109 ducados). Por ella pasaron como subarrendados el inglés Duarte Pedro (1671-1672), D. Juan de Arteaga (1672-1675), Francisco de la Puente (1675-1677), el escribano Juan Jacinto Romero (1678-1679), nuestro pintor Juan de Godoy (1679-1680), el gorrero Juan José (1681-1682) y Antonio de Novela Salas (1682). En su testamento de 3 de abril de 1682 recordaba que Novela aún le debía el pago de 6 meses. (Nota 6).
La gestión de inmuebles que utilizó Murillo para completar su economía familiar, también la practicó con algunas casas heredadas por su esposa Beatriz de Cabrera, en la calle San Eloy (Sevilla), y en su localidad natal de Pilas. En 1663 ella fallecía. (Nota 7).
NOTAS:
Nota 1.- Así lo considera Alfonso E. PÉREZ SÁNCHEZ en su monografía Pintura barroca en España (1600-1750). Madrid: Cátedra, 1992, pp. 383-384. Pendiente de un estudio en profundidad sobre su obra, a juicio de Calvo Castellón, Pedro de Moya “es uno de los grandes pilares de la pintura barroca granadina”. CALVO CASTELLÓN, Antonio. «La pintura seiscentista granadina: génesis, rasgos y protagonistas de una experiencia estética singular». En: HENARES CUÉLLAR, Ignacio y LÓPEZ GUZMÁN, Rafael (coords.). Antigüedad y Excelencias [catálogo de la exposición]. Sevilla: Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, 2007, pp. 73-75.
Nota 2.- Se tiene constancia que Pedro Moya, “maestro” de Godoy, trajo a Sevilla obras de Van Dyck, hacia el año 1643, y que su visita supuso un impulso para Murillo, deseoso de conocer la pintura flamenca in situ y de viajar a los países nórdicos, aunque finalmente, por falta de medios, sólo visitó la Villa y Corte de Madrid. MORENO MENDOZA, Arsenio. El pintor en la sociedad andaluza del siglo de Oro. Sevilla: Junta de Andalucía. Consejería de Educación y Ciencia, 1999, pp. 117-118.
Nota 3.- Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Sevilla. (AHPSe. PdS). Oficio 19. Año 1679, libro 2º. Leg. 13013, f. 29. Arrendamiento de Bartolomé de Murillo a Juan de Godoy Camero.
Nota 4.- ANGULO, Diego. Murillo. Su vida, su arte y su obra. Madrid: Espasa Calpe, 1981, p. 146, vid. 145-160 (Cronología). KINKEAD, Duncan T. Pintores y doradores en Sevilla, 1650-1699: documentos. London: AuthorHouse, 2007, pp. 355-385. La renta de la casa principal oscilaba entre 6 u 8 ducados al año (de 792 a 924 reales). Conocemos que al menos la recibieron en subarriendo, Alonso Moreno (1645-1646), D. Lorenzo Ortiz (1652-1654), Alonso de Ribera (1655-1658) y el escribano Juan Jacinto Romero (1664-1665) que llegó a pagar 1200 reales anuales. Por su parte los ingresos de las accesorias oscilaron entre 264 y 360 reales anuales, fueron arrendadas a Catalina Díaz (1646), a Pedro Sánchez (1646-1648), al aserrador Benito Hernández (1647-1648), a Pedro Rozel (1655-1658), a Sabina Pérez (1658-1662) y a Diego de Godoy (1656-1658, 1660-1663).
Nota 5.- TUBINO, Francisco M. Murillo, su época, su vida, sus cuadros. Sevilla: Imprenta La Andalucia 1864, pp. 91-96.
Nota 6.- ANGULO, Diego. Murillo…, 1981, Tomo I, pág. 84; KINKEAD, D. T. Pintores…, 2007, pp. 370, 376, 380.
Nota 7.- RUIZ CABELLO, Francisco Miguel. «Doña Beatriz de Cabrera y Villalobos, la doncella que enamoró a Murillo». En Historia de Pilas. Pilas: Excmo. Ayto. de Pilas, 2009, vol. VII, pp. 19-134.
Más información:
GUTIÉRREZ NÚÑEZ, Francisco Javier; SÁNCHEZ RAMOS, Valeriano; GAONA VILLEGAS, Joaquín: “El alpujarreño Juan de Godoy de los Cameros Fenoy: Hidalgo, “buscavidas” y pintor (1648-1716)”, en Farua nº 20, (Centro Virgitano de Estudios Históricos, 2017), pp. 201-224.